Cómo acompañamos los adultos el proceso de aprendizaje de la lectura

por Isabel Nieto

Cuando hablamos de lectoescritura, lo primero que nos viene a la cabeza es: ¿cuándo es recomendable que los peques aprendan a leer o escribir?, ¿qué metodología es la mejor para que aprendan rápido y de manera eficaz?…

En general, el entorno adulto se vuelca en el proceso con el foco puesto en el resultado. Esto genera unas altas expectativas que desembocan en ocasiones en sobreestimulación (y, como consecuencia, presión para los peques). Otras veces ocurre justo lo contrario. Se dice “Ya aprenderá”, “Ya leerá”, pero no se promueve la curiosidad hacia un aprendizaje nuevo.

¿Dónde queda, entonces, el disfrute del aprendizaje, ese proceso natural en el que, impulsados por la curiosidad, los niños empiezan a leer o escribir? Se pierde el verdadero sentido del acompañamiento, ya que son los adultos quienes deciden cuándo y cómo deben aprender a leer o escribir los niños.

Recuerdo mucho una frase que nos dijo Vanesa Díez, una profesora leonesa muy querida en Emonautas:
«Los niños aprenden a leer no gracias a mí, sino A PESAR de mí».

Al escribir esta guía, he pensado que lo que más os puede aportar a los adultos acompañantes de este proceso de aprendizaje es tomar consciencia de la actitud necesaria para que leer y escribir se convierta en una gran aventura maravillosa, tranquila, positiva, divertida y sencilla para los peques. Donde no existan las prisas, las expectativas, las frustraciones, ni ningún tipo de ansiedad, ni para ellos ni para los acompañantes.

Mi intención es aportar una visión natural en el acompañamiento del proceso de lectoescritura, independientemente del método utilizado para el aprendizaje. 

Existen dos factores iniciales a tener en cuenta en lo que se refiere a esta actitud. En primer lugar, saber desde qué punto partimos como acompañantes y en segundo lugar, entender cómo es el peque al que acompaño.

Responder a estas cuestiones puede ayudarte a tomar consciencia de cuáles son tus dudas, dificultades y fortalezas en el acompañamiento:

Observa al peque al que estás acompañando:

Cómo tener un acompañamiento enriquecedor

Gracias a tu actitud, probablemente sientan pasión e interés por la lectura que tanto nos enriquece.

El primer aspecto sería entender el concepto del acompañamiento entendido desde un enfoque respetuoso. Y aquí siento que debo hacer una aclaración importante:  ¿Qué es acompañar?

Para mí, el acompañamiento respetuoso en la infancia es estar en el momento adecuado con todos los sentidos; permanecer al lado, escuchar, permitir ser, respetar los ritmos e intereses. Es la acción de seguir, observar, confiar en sus capacidades, dar espacio a que se equivoquen, darles seguridad emocional. Esto es aplicable para procesos de aprendizaje o de desarrollo evolutivo o emocional.

En muchas ocasiones, debido a la falta de tiempo, las prisas, el cansancio y otras situaciones de nuestro día a día, los adultos:

  • Preferimos resolver nosotros cualquier problema que les surja en el proceso de aprendizaje.
  • Les metemos prisa para conseguir el resultado sin prestar atención al proceso.
  • Creemos que, para motivar, es bueno compararles con otros niños
  • Corregimos directamente los errores para que aprendan. En lugar de hacerles conscientes de los errores de forma natural.
  • No atendemos el ritmo del peque, que no tiene por qué ser el mismo ritmo que lleva la escuela.
  • Dedicamos poco tiempo a leer, por no disponer de él.
  • Presionamos en los tiempos por miedo a que exista un trastorno.

Sin embargo, en ocasiones pasa lo contrario. Intentamos tomar consciencia, ir más despacio, pero llegamos a alargar los tiempos sin que ocurra nada.

Hay que prestar atención a estas reacciones, ya que pueden perjudicar a su confianza,  generar presión y afectar a su motivación futura.

 

El segundo aspecto es ofrecerles un ambiente adecuado para que el aprendizaje suceda de manera espontánea, a través de la curiosidad y la motivación.

“Cuando el niño actúa por su propia iniciativa e interés, adquiere capacidades y conocimientos mucho más sólidos que si se intenta inculcarle desde el exterior estos mismos aprendizajes”,  Emmi Pikler

Te invito a provocar su curiosidad a través del ambiente. Por ejemplo:

  • Crea un espacio de lectura cómodo, con buena luz, acogedor y que promueva la calma y el bienestar.
  • Coloca los libros a su altura.
  • Elige juegos que le motiven a la lectoescritura.
  • Escoged juntos cómo poner los libros y cuentos.
  • De vez en cuando, coloca un cuento o libro nuevo que se vea bien en el espacio. Rescata alguno antiguo de los abuelos, o de la biblioteca, o uno nuevo de algún tema que le interese.
  • Deja a su alcance una pizarra para que pueda ir escribiendo aquello que quiera.

Mantén la motivación y animación a la lectura. En estos procesos de aprendizaje es necesario ser constante y tener un criterio claro, siendo flexibles y escuchando bien las necesidades del lector aprendiz. Para ello podrías:

  • Ofrecerle lecturas de su interés, de todo aquello que le guste, aunque sean los Pokemon o de temas que, a priori, pensaríamos no adecuados para comenzar a leer. Después se le pueden ir ofreciendo otros temas para darle a conocer otras opciones.
  • Si tú lees, ya es una supermotivación en sí.
  • Proponer juegos donde sea necesario leer es una motivación también muy positiva.

El tercer y último aspecto para que el proceso de acompañamiento sea satisfactorio (para ambos) es tener claro qué es lo que funciona con el peque al que acompañas. Bajo mi punto de vista, hay algunos elementos que no pueden faltar, pero esta lista queda sin terminar con el fin de que incluyas aquellas acciones que sientes y observes que podrían ser positivas para tu caso concreto. 

  • Observar el ritmo que el niño o niña va marcando para su aprendizaje.
  • Escucha activa: detectar qué necesidades tiene en su proceso.
  • Adaptar los retos y estimulación a aquello que necesita en cada momento.
  • El juego es un recurso positivo en el aprendizaje.
  • Estar presente en algunos momentos de la lectura para acompañar bloqueos, dudas o cuestiones que les puedan surgir.
  • Tener paciencia, confiar en sus capacidades, sin adelantarse.
  • Ser consciente del lenguaje que utilizas. Revisar qué mensajes le estás transmitiendo: de ánimo, de comparación, de fracaso, demasiado positivo…
  • Evitar los juicios.

Me gustaría insistir en especial en algo importante. Para mí, el juego es una herramienta poderosa para cualquier tipo de aprendizaje.

Según mi experiencia, desde el juego los pequeños adquieren conocimiento, experimentan emociones, sacan sus conclusiones, se hacen preguntas… Y todo ello de forma muy natural y estable. Por eso, a continuación, me gustaría haceros diferentes propuestas de juego (que he podido poner en práctica en muchas ocasiones con los peques) para animar a la lectura y escritura:

  • Poner palabras en los objetos de la casa.
  • Escribir cartas o diarios.
  • Mezclar movimiento con palabras: por ejemplo por cada sílaba de una palabra podemos hacer un movimiento o salto. Unificar el movimiento con las palabras, letras o frases ayuda a integrar lo que veo, lo que digo y lo que hago, un proceso fundamental en la lectoescritura. Otro juego divertido para conectar el movimiento y las palabras son los trabalenguas: alguien los lee y ellos han de hacer movimientos. También son maravillosas las rimas con gestos con las manos. En este sentido, os invito a Os recomiendo buscar las Rimas con movimiento de Tamara Chuvarobski.
  • Palabras encadenadas.
  • Leer carteles de los edificios públicos.
  • Poner subtítulos en algunas películas también fomenta la curiosidad por la lectura.
Deseo que esta guía sea un acompañamiento para la lectura de nuestra colección, Los Zoobots, en la que hemos querido mostrar otra forma de comenzar a leer desde una perspectiva tranquila, sin prisas…basada en el proceso disfrutado y no tanto en el resultado.